viernes, 1 de octubre de 2010

El Proceso

Uno de los recientes libros del señor Kafka que he leído es conocido como El Proceso. Libro de lectura pesada, obvio que no en el mal sentido, pero la gente que ya ha leído a Kafka sabe que sus obras no son recomendadas para una rápida lectura de esas que se realizan en una sentada. Sus escenarios son pesados, y grises. Asfixiantes. Este autor busca representar y transmitir una sensación de opresión que el lector bien podrá sentir al meterse de lleno en los textos. Por esto es que se recomieda leerlo detenidamente, con pausas y una lectura a paso tranquilo.

 Josef K. es el personaje que nos trae Kafka en este relato. Es un oficinista de un banco; soltero. Su padre murió hace ya tiempo y su madre aparece sólo en un fragmento de la novela. Al parecer, se lo muestra como solo en el mundo y con nada ni nadie en su pequeño mundo más que la rutina y un trabajo.
Al principio de la historia es un personaje superficial, mas con el avance del relato puede observarse como una persona pensativa, que no deja de estudiar y analizar todo lo que le envuelve, principalmente en relación al proceso. Físicamente es casi imposible de describirlo ya que algunas momentos es tachado de lindo y en otras de feo. Una de las características de los personajes de Kafka es la deshumanización de los mismos con el fin de identificarlos con el sentimiento de fracmentación y alienación propias del individuo moderno y postmoderno. No se les describe, incluso sus nombres son designados con simples iniciales para mostrar lo insignificante de los mismos; una aproximación a la idea de un número o elemento más inmerso en el enorme sistema donde el hombre ya no es hombre y menos aun humano. Ha perdido su dignidad y su única función es la de cumplir una cierta tarea para seguir alimentando al sistema que lo devora. Una exacta analogía del hombre moderno parte de las sociedades modernas post-industriales e imperialistas.

Esta novela procede de un famoso relato o cuento corto kafkiano llamado Ante la ley, devenida en la esencia de la 'pesadilla kafkiana'. Un hombre llega de lejos y desea atravesar la puerta de la Ley, pero un guardián se lo impide durante años. En el final, cuando el hombre agoniza, el guardian le grita: "Ningún otra persona podía haber recibido permiso para entrar por esta puerta, puesta esta entrada estaba reservada sólo para ti. Ahora me voy y cierro la puerta".

Un día, Josef K. despierta en su habitación custodiado por dos extrañas personas que nunca antes había visto y que al parecer vigilan su puerta. Estos personajes no le dicen la razón de este atropello y se limitan a comunicarle que está detenido, no le dicen quién ha ordenado la detención, quién lo ha demandado y ni siquiera le explican cuál es el delito del que se le acusa. Dos ancianos los espian desde la ventana del edificio del frente. Estos personajes de alguna manera, observan el hecho como los lectores lo harán: de manera asombrada por el absurdo del mismo.
Más tarde es llevado a hablar con un juez, quien le comunica que va a ser procesado, pero K continua confundido por el hecho de que nadie parece darle una explicación completa. Entonces trata de defenderse argumentando ser un ciudadano común, y por sobre todo el gerente de un importante banco de la ciudad. Sin embargo, todos sus argumentos aunque escuchados  no surten ningún efecto.
Cuando conoce las instalaciones judiciales donde está siendo procesado se percata de que estos son lugares muy descuidados en zonas pobres de la ciudad, en los cuales conoce a algunos personajes interesantes pero que no le ayudan en lo absoluto. Aquí puede verse la ironía y el absurdo hecho de que la ley se codee con la pobreza.
Llega un tío de Josef le recomienda a un abogado viejo amigo de él que está enfermo del corazón que puede ayudarle con sus proceso. Aquí es cuando conoce a Leni, enfermera de el abogado con la cual empieza un breve amorío.
A pesar de todo, Josef está desesperado porque el abogado, quien supuestamente conoce a la perfección la instancia donde K está siendo procesado, no parece ayudarlo en nada ya que todo ocurre muy lentamente y K siente que pierde el tiempo. Entonces,  Josef decide pedir ayuda a un pintor, quien pinta cuadros para jueces, y deslindarse del abogado. Su vida se ha convertido en un continuo interrogante y una larga espera; todos los días piensa en su proceso y esto está afectando su vida. Ya no salía por las noches, no se concentraba en su trabajo ni era capaz de concentrarse en otra cosa, así que decide buscar al pintor quien le garantiza su ayuda sólo si él es inocente, K duda ya que asegura ser inocente, aunque ignora de qué se le acusa. Más adelante encuentra a un sacerdote, el cual mediante un relato le explica su situación ante la ley.
Una noche dos guardias vienen a buscarlo. Sin decirle nada, lo acompañan hasta las afueras de la ciudad. Uno de ellos le clava en el corazón un cuchillo, acabando con su vida, lo cual aparentemente fue la sentencia del proceso.

Si bien, a primera vista el relato parece descabellado y por sobre todo absurdo,  el lector podrá ver que de hecho el punto principal de esta historia es lo absurdo. La literatura y el teatro del absurdo se caracterizan por  historias y tramas que parecen carecer de significado, diálogos repetitivos y falta de secuencia dramática con el fin de crear una atmósfera onírica. El teatro del absurdo en general tiene fuertes rasgos existencialistas y por esto cuestiona la sociedad y al hombre. La incoherencia, el disparate y lo ilógico son clave en estas obras.  Surge en el siglo XX frente a la ansiedad y la duda ante un universo inexplicable y la visión de un mundo que se cae a pedazos, la pérdida de ídolos, la caída de los mitos y la falta de referentes que dejan al hombre a la deriva y con la sensación de soledad y desesperanza.

Según muchos críticos, el personaje Joseph K. sería el mismísmo Kafka quien a través del relato expresa su sensación de desesperanza y asco ante el sistema que devora al hombre, hacia la ley que nunca llega y se pierde en la burocracia y la corrupción del poder. El hombre se pierde en un laberinto que finalmente desemboca en su muerte y su degradación. En su deshumanización.

Es un libro que les recomiendo ya que una vez más el grande de Kafka nos hará ver lo absurdo de nuestra propia existencia.




A continuación les dejo una traduccion del cuento corto (sumamente corto) desde donde se dice se crea posteriormente la historia de El Proceso.
Ante la Ley, de Franz Kafka. Transcripción del cuento, por Henzo Lafuente.
Ante la ley hay un guardián. Un campesino se presenta al guardián y le pide que le deje entrar. Pero el guardián contesta que de momento no puede dejarlo pasar. El hombre reflexiona y pregunta si más tarde se lo permitirá.
- Es posible - contesta el guardián -, pero ahora no.
La puerta de la ley está abierta, como de costumbre; cuando el guardián se hace a un lado, el campesino se inclina para atisbar el interior. El guardián lo ve, se ríe y le dice:
- Si tantas ganas tienes - intenta entrar a pesar de mi prohibición. Pero recuerda que soy poderoso. Y sólo soy el último de los guardianes. Entre salón y salón hay otros tantos guardianes, cada uno más poderoso que el anterior. Ya el tercer guardián es tan terrible que no puedo soportar su vista.
El campesino no había imaginado tales dificultades; pero el imponente aspecto del guardián, con su pelliza, su nariz grande y aguileña, su larga bárba de tártaro, rala y negra, le convencen de que es mejor que espere. El guardián le da un banquito y le permite sentarse a un lado de la puerta. Allí espera días y años. Intenta entrar un sinfín de veces y suplica sin cesar al guardián. Con frecuencia, el guardián mantiene con él breves conversaciones, le hace preguntas sobre su país y sobre muchas otras cosas; pero son preguntas indiferentes, como las de los grandes señores, y al final siempre le dice que no todavía no puede dejarlo entrar. El campesino, que ha llevado consigo muchas cosas para el viaje, lo ofrece todo, aun lo más valioso, para sobornar al guardián. Éste acepta los obsequios, pero le dice:
- Lo acepto para que no pienses que has omitido algún esfuerzo.
Durante largos años, el hombre observa casi continuamente al guardián: se olvida de los otros y le parece que éste es el único obstáculo que lo separa de la ley. Maldice su mala suerte, durante los primeros años abiertamente y en voz alta; más tarde, a medida que envejece, sólo entre murmullos. Se vuelve como un niño, y como en su larga contemplación del guardián ha llegado a conocer hasta las pulgas de su cuello de piel, ruega a las pulgas que lo ayuden y convenzan al guardián. Finalmente su vista se debilita, y ya no sabe si realmente hay menos luz o si sólo le engañan sus ojos. Pero en medio de la oscuridad distingue un resplandor, que brota inextinguible de la puerta de la ley. Ya le queda poco tiempo de vida. Antes de morir, todas las experiencias de esos largos años se confunden en su mente en una sola pregunta, que hasta ahora no ha formulado. Hace señas al guardián para que se acerque, ya que el rigor de la muerte endurece su cuerpo. El guardián tiene que agacharse mucho para hablar con él, porque la diferencia de estatura entre ambos ha aumentado con el tiempo.
- ¿Qué quieres ahora - pregunta el guardián -. Eres insaciable.
- Todos se esfuerzan por llegar a la ley - dice el hombre -; ¿cómo se explica, pues, que durante tantos años sólo yo intentara entrar?
El guardián comprende que el hombre va a morir y, para asegurarse de que oye sus palabras, le dice al oído con voz atronadora:
- Nadie podía intentarlo, porque esta puerta estaba reservada solamente para ti. Ahora voy a cerrarla.


Referencia: Ante la Ley, de Kafka
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